miércoles

y por otra parte, querer cerrar todas las puertas, las ventanas, los pasillos, los postigos. dieciocho páginas atragantadas en una mano que no encuentra papel donde desangrarse. como grita Sacambruni: que no entre nadie y que no salga nadie. ¿y entonces? ¿toda esta luz? ¿toda la sal? ¿adónde se meten los vidrios rotos, las cortinas nuevas, los cuadros de las paredes, la montaña de libros que me espera, acechante, cada noche para devorarme y escaparme de lo que te nombra? abismo: el miedo, el equilibrio del miedo, la exacta igual cantidad de miedo de caerse que de volver a apoyar los pies en la misma tierra de siempre.

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