domingo

tormenta.

hacía varios días que estábamos sin luz. pasamos todo el sol en la terraza, con los cuatro pies en la palangana naranja y las cuatro manos en la música, intentando hacer algo con los treinta y siete grados de térmica y la nada llena que hay cuando no sale nada de los enchufes. la noche anterior habíamos decidido la oscuridad cuando llegara. así estábamos, a tientas, con un vino y una tormenta en las ventanas.

- ¿qué hacés?
- te miro.
- mhn.
- hace unos días te pensaba y me di cuenta lo difícil que se me hace verte en mi cabeza de otra manera que no sea así.
- ¿así cómo?
- así azul, tan descalza, vincha de colores cuando el verde empieza a florecer.
- el día en que me trepé al árbol.
- no vale. ese rayo te acaba de mostrar mi sonrisa. me gusta cuando no necesitás mirar.
- ¿te puedo pedir que me digas algo?
- podés.
- el deseo que pediste hoy cuando el tren. sé que fue para mí.
- hace mucho tiempo que elegís morirte. saltá, julia. bien sabés que yo nunca, pero vos sos tan linda en las copas de los árboles. me cansé de tus miedos. vos no. vos que tanto.
- ¿qué fue lo que pediste?
- pedí que te quieras.

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