miércoles

No soporté el aire que me rodeaba, ni el que salía
de mi boca.
La magia había abandonado el mundo.
Alcé la vista y no me extrañó cuando vi
una lámpara de cuarzo mal colgada, haciendo de mediodía.
Te escapaste de mí, que te envolvía con aire,
¿y era igual de malo?
¿O pretendía magia ahí dónde tú sólo necesitabas ver
pollos anaranjados, pasamanos grasientos,
empleados igual de lejos
de sus hogares que de sus promesas y una lámpara de cuarzo
que se hunde en el horizonte como se deja una esponja
después de limpiar una sartén?
¿Ese fue mi error?
Ese fue, ¿verdad?
¿Por qué no me enseñaste con tus ojos oxidados?
Yo no puedo dejar de hacer promesas, y tú necesitabas
romper con todas.
Pero acaso, ¿no las necesitas tanto como yo?
Fuiste una esperanza voraz, ¿cómo se escapa de eso?
¿O acaso crees que el desencanto será suficiente
como para callar todas las voces?,
y que nada,
nunca, te recuerde
una sola promesa tuya
(¿por eso subiste a tu torre grúa? ¿Ya no querrás
tocar nada directamente? ¿Ni que nada te toque?
¿Y cómo vas a hacer?).
No podrás recorrer tus pasos y retirar tus promesas
como quien quita la ropa tendida.
Todas tus promesas ya no están donde las dejaste
(perdón por hablarte, quizás, de lo último que quisieras
que te cuente).
¿Acaso crees que te podrás esconder de lo que
un día deseaste?
¿No es más fácil fracasar que esconderse?
Ven, por favor,
amor mío,
ven a beber del licor amargo,
ven a mojar tus labios
en tu derrota
(tanto mejor).
No abandones tu derrota
y descansa.
Baja de tu grúa a estirar los brazos.
Ven a ver cómo falla, también, la primavera.
Esta tarde han fracasado los árboles, los choferes,
el alumbrado público,
los amantes, los jardines, el cemento, la lluvia,
las monedas sucias, los locutores de televisión, el azul.
Todos vaciaron su propia derrota y
¿sabes qué?
No pasó nada,
nada,
nada,
nada.









Cartas al Rey de la Cabina.
Luis María Pescetti.



1 comentario:

Diego Schmidt dijo...

Que lindo leer esto antes de irse a dormir
gracias!

La primavera falla y no pasa ni nada che...