jueves

está bien. vos no lo ofreciste, y yo tampoco lo pedí. si me miraras más hubieses sabido que nunca lo haría. dejemoslo así. un escalofrío en los pies de ola de mar en agosto. a veces necesito que no estés. que de vos no haya más. que cuando decido bastarme no aparezcas, agazapado, a decir que todavía. no quiero un todavía. no quiero un por las dudas. estoy sucia de esquinas por las que doblás y yo ya no te veo. cuando me resigné a buscarte entre la gente, a ver si levantás la mirada o una ceja o apenas una mano, cuando escribo en algún lado que me acabo en esto de buscarte, de atrás, aparecés, radiante, con margaritas o una foto o un quereme en alguna de tus manos; y toda mi construcción mentirosa de no esperar, ni siquiera suponer, menos desear, que estuvieras dando la vuelta, se destartala como si en el mundo ya no hubiese esquinas ni veredas ni todavías ni cejas ni nadie ni nada ni menos ni más que el rincón que me espera cuando estás, justo antes de volver a escurrirte de las horas de mis días que ya no saben dónde gritar que por favor, te pertenezcan.

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