viernes

"En cuanto el hombre cerraba la puerta para irse, Alan se derrumbaba en cualquier umbral y no había dios que pudiera hacerle repetir ninguna de aquellas habilidades caninas. (Por aquel entonces yo me sentía un poco igual: grandes chisporroteos frente a los demás, pero después, a solas, me hubiera tirado al suelo como Alan, con los ojos llorosos de abulia, hasta que el mundo pasara.)"

"Muchas veces llegábamos tarde y teníamos que tirarnos en cuatro patas para sacarlos de abajo de la cocina con la ayuda de una escoba. (Entonces estábamos enamorados y la vida parecía ilimitada, por más que los hamsters corrieran y corrieran sobre su ruedita, sin llegar nunca a ninguna parte.)"



Malos pastores.
 Un amor de agua.
Inés Fernández Moreno

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